
Stuani para el Girona
Tan perjudicial es desdeñar las reglas como ceñirse a ellas con exceso.
Juan Luis Vives (1492-1540) Humanista y filósofo español.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido una vez más a este pequeño rincón de madridismo. Verás, hay cosas con las que, guste o no, gusten más o gusten menos, hay que convivir. Puede ser la caravana mañanera camino del trabajo o la aglomeración en el metro, también mañanera y también camino del mismo sitio.

Otra de esas cosas es el criterio arbitral, y no por cambiante, que también, ni porque en un momento dado nos pueda beneficiar o perjudicar en mayor o menor medida. Lo es fundamentalmente porque no existe. Es como los unicornios: posiblemente haya quien diga que ha visto alguno, pero lo que nunca podrá hacer es aportar pruebas fehacientes de ello.
Las manos del defensa
«Es que esto es fútbol, no baloncesto» comentaba un aficionado del Girona unos asientos más a la derecha para justificar la señalización del penalti que a la postre significó el empate. Y, claro, visto así, a ver cómo le vas a quitar la razón. Pero, entonces, ¿por qué unas veces se pitan y otras no? Recuerda lo que te he dicho antes sobre el (inexistente) criterio arbitral. Y añado otro elemento más: los árbitros nunca han jugado al fútbol, que parece una tontería, pero no lo es.
En todo caso intentemos, aprovechando el comentario de ese buen señor, ponernos en el lugar de nuestros chicos del balón naranja. Un deporte en el que darle a la pelota con el pie es considerado falta. «Esto es baloncesto, no fútbol» diría con toda la razón del mundo el mismo aficionado. Con una pequeña acotación: únicamente es falta si golpeas la pelota con el pie de forma voluntaria.

Huelga decir que aquí se aplica de forma razonada aquello de la gallina y el huevo, y que no hay polémicas diarias sobre faltas que se pitan o no. No están constantemente los árbitros en el disparadero por este tema. Quizá porque aquí sí que hay un criterio claro y los colegiados lo aplican de forma uniforme. Bien por ellos, claro está. Se podría afirmar sin temor a equivocarse que a lo mejor ellos sí que han jugado antes a este deporte.
Las manos del portero
Tenemos aquí al único jugador que puede tocar el balón con la parte del cuerpo que quiera o pueda, incluidas, claro está, las manos. Ya sea para despejar el balón con ellas abiertas o con el puño cerrado, o ya sea para atraparlo y embolsárselo en su poder. Parece que en este caso el tema está claro ¿no? … pues no, tampoco lo está. Volvemos al inexistente criterio y tal.
¿Cuándo se considera que el portero tiene de forma efectiva el balón en su poder? ¿basta con mirarlo? ¿es suficiente con acariciarlo un poquito como si fuera un gato? ¿vale con que grite «lo tengo»? ¿o con que grite «aaaaaaaaaah» como si le hubieran cortado la mano con una motosierra? ¿o simplemente sobra con que haga la intención de cogerlo?

En el caso del gol anulado a Rodrygo se dieron todas las circunstancias anteriores: Gazzaniga miró el balón, se lanzó a por él (tarde), lo acarició poniéndole la mano encima mientras pensaba «ya es mío» y, alegando un inexistente pisotón y/o patada, gritó lo suficiente como para que lo escuchásemos en el gallinero.
El VAR
Hubo un tiempo en el que los árbitros pitaban cada uno lo que querían y cuando querían … siguiendo su propio, personal e intransferible criterio. Lo que viene a ser hacer lo que a cada uno le salía de allí mismo sin encomendarse a Dios ni al diablo.
Entonces alguien pensó «pues no pasa nada: desarrollemos una herramienta que sirva para corregir los excesos de vista o de protagonismo de algunos trencillas y que a la vez ayude también a ir fijando un criterio único que se ocupe de evitar errores y, por ende, subir el nivel de la competición«.
Y así, ni más ni menos, nació el VAR. Pero aplicando aquello de que es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios (qué frase, madre mía); podríamos decir que es más fácil que el VAR acabe dando carta de naturaleza a los desmanes arbitrales, que el que los árbitros apliquen el mismo criterio para las mismas situaciones.
Y de esta forma y manera una herramienta llamada a convertirse en uno de los mejores inventos del siglo XXI va a acabar convirtiéndose en otra de esas herramientas que no sirven absolutamente para nada, inservible e ineficaz, que acaba oxidada y arrinconada en una bolsa en el cuarto de los trastos. Es lo que hay, ya te lo he dicho muchas veces.

Fútbol
Dicho lo cual, no estaría de más indicar que lo viene viene a ser fútbol, vimos muy poco. Nada de la nada en la primera parte y un poquitín más, tampoco mucho, no creas, en la segunda. Baste decir que la primera jugada con peligro que recuerdo de los nuestros fue el minuto 69, en lo que fue nuestro único gol del partido. Bueno, mejor dicho, el único gol de los que metimos al que se dio validez. Que parece igual pero no es lo mismo.
Ya sea por la cercanía del Mundial, por los lógicos altibajos que se suelen tener en una temporada, o vaya usted a saber porqué; el caso es que hemos bajado nuestra producción de fútbol, generando menos ocasiones de gol y dando siempre la oportunidad al contrario de tener su chance. Hagamos lo posible por llegar en las mejores condiciones al parón que se nos avecina e intentemos no romper nada.
La próxima parada será el miércoles a las 18:45 horas. Vuelve la Champions al Bernabéu esta vez contra el Celtic. Nos jugamos el pasar como primeros de grupo. Insisto en lo comentado en el final del párrafo anterior. Por aquí te lo contaré. Nos leemos.

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