
Por el Chelsea: Mount, Rüdiger y Werner.
La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad.
Simone de Beauvoir (1908-1986) Novelista e intelectual francesa.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido un día más a este pequeño, minúsculo, infartado, acojonado, ronco, estupefacto y, por qué no decirlo, feliz rincón de madridismo. Hay muchas formas de dejarse años de vida así de golpe por el camino. Seguro que si te pones a bucear encuentras más de una y más de dos. Y todas son dolorosas, lastimosas y, si me apuras, hasta desgarradoras.

Pero luego está la de ver partidos de Champions en el Bernabéu. Que no te digo yo que no sean también dolorosas, lastimosas y desgarradoras. Porque ya me dirás cómo de mal se te queda el cuerpo cuando estás viendo que el rival te está vapuleando de una forma casi inhumana. Cuando ves que en el banquillo no hay reacción y empiezas a advertir que igual esta noche sí, igual esta noche te vas a ir a la cama calentito y sin cenar … y de una mala leche que ríete tú de Ricky Gervais pergeñando un capítulo de «The Office».
Peeeeeero, resulta que al final sin saber ni cómo, ni por qué, ni por dónde, ni de qué manera, ni a cuenta de qué … y sin saber tampoco en base a qué ley, norma, disposición, bando, precepto o reglamento …. la cosa acaba bien, reventao, sin voz y abrazando a todo el que tienes cerca, pero bien, muy bien. Creo que estarás conmigo en que esto no tiene ninguna explicación lógico/científica, por lo que a partir de ahora lo voy a definir como …
Las cosas del querer
Son aquellas cosas que hacen que el Real Madrid sea el Real Madrid. El Real Madrid haciendo cosas para seguir siendo el Real Madrid. Son las cosas de la vida, son las cosas del querer, tú quieres que el Madrid pierda y yo no quiero verle perder. Y es que no tiene nada que ver, ni las formas ni el resultado con las cosas del querer.

Y es que por muchas vueltas que le demos a las cosas, los sentimientos, es decir, los quereres, no se pueden explicar. Y si no me crees trata de encontrarle una explicación a esto: ha sido meter el Chelsea el tercero y, de repente, he tenido claro que la eliminatoria era nuestra. ¿Qué por qué? Pues porque sí, parece mentira que a estas alturas de la vida preguntes según qué cosas.
Y es que no sabemos administrar ventajas. Ganar uno a tres en la ida y llegar a casa con casi todo el trabajo ya hecho, saber que lo tienes en tu mano a poco que aguantes los primeros arreones del rival, hacer que se desespere y pierda toda esperanza de remontada, controlar el tempo del partido, mover el balón con rapidez y sentido, darles algún susto y en una de estas incluso calzarles un gol … eso es pringaos, de gente sin grandeza y sin ningún sentido de la estética, del arte y, en definitiva, de la belleza.
Belleza es que tu rival te meta cuatro goles y le anulen uno (correctamente anulado, por si te interesa saberlo), que Courtois nos salve otra vez de un gol que sería ya definitivo y sólo dos minutos después hagamos el gol que por lo menos nos permite jugar la prórroga. Pero no un gol cualquiera, ojo.

Lo fácil es hacer una jugada dando mil y un toques, marear al rival y cuando está aturdido picar cual abeja con el aguijón desplegado y marcar un gol. Eso es lo fácil. Pero lo bonito, lo que de verdad eleva un gol a la categoría de belleza absoluta, es quedarte con la pelota después de una buena presión de tus compañeros, inventarte un pase con el exterior del pie derecho y ponerla en el sitio y momento justos para que Rodrygo remate a la red.
Lo fácil es dibujar un bodegón … lo difícil y extraordinario es pintar Las Meninas. Lo fácil es ser un buen jugador de fútbol … lo difícil y extraordinario es ser Luka Modric.

Lo fácil, y anodino, es configurar tu defensa con un lateral derecho, un par de centrales y un lateral izquierdo. Si, por la razón que sea, se te lesiona un central, lo obvio es sacar a uno de los centrales que tienes en el banquillo. Con más razón aún si éste mide 1,91 y ves que el rival está rematando todo lo que pasa por el área. Lo que viene siendo poner a cada uno en su posición.
Lo difícil, lo que tiene mérito, lo que de verdad es bello, es empezar con Carvajal, Nacho, Alaba y Mendy … y acabar con Lucas Vázquez, Carvajal, Alaba y Marcelo. Finalizar el partido sin que te metan más goles teniendo esta defensa: eso sí que tiene mérito, y no descubrir la penicilina. Eso sí que es bello, me cago en mi vida.
Cuando ves que a tu equipo le está pasando por encima una apisonadora, lo fácil es hacer cambios, buscar algo distinto, innovar, tener un plan B … algo, lo que viene a ser ejercer de entrenador. Pero eso, amigo, es lo fácil. Lo difícil es dejar que el rival se confíe, que te meta uno, y otro, y un tercero. Y cuando ya está convencido de que te va a eliminar, entonces sí, haces los cambios que la afición te lleva reclamando una hora y, lo mejor de todo, ¡¡¡te salen bien!!. Si eso no es la sublimación de la belleza, que venga Dios y lo vea.
Las cosas del querer, insisto.

Total, que estamos en semifinales de la Champions otra vez (hablando de cosas bellas …) y que mañana podremos sentarnos delante del televisor a esperar quién será nuestro rival en la seguridad de que, sea quién sea el que nos toque, no podrá superar nuestro dominio de la escena, nuestro saber estar ni esa forma taaaan bella de caminar por el alambre.
Como esto no para, tendremos nueva ración de belleza el próximo domingo a las 21:00 horas en el Sánchez-Pizjuán contra el Sevilla, en donde espero que demos otro paso más para acercarnos al título de Liga. Ganar con un gol de Mariano tras un centro de Bale que había recibido un pase en profundidad de Jovic … no te digo que me lo mejores …
Por aquí te lo contaré, siempre que consiga recuperar los aproximadamente diez años que me he dejado en la grada del Bernabéu esta noche. Todo sea por la belleza. Nos leemos. Disfruta del momento, madridista.

Categorías:Fútbol