(Gol de Ronaldo. Los del Tottenham obra de Dele Alli -2- y Eriksen)
La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía. (Proverbio árabe)
La primera vez
Hacer algo por primera vez tiene su evidente grado de dificultad. El sexo, un trabajo, conducir, montar en avión o freír un huevo son ejemplos de actos que no siempre salen bien la primera vez que se intentan.
Hay múltiples factores que ayudan, qué duda cabe, a superar ese primer trago como, por ejemplo, la comprensión mutua, tu vocación, la autoescuela, la fiabilidad de la aerolínea o que la sartén no se pegue y el huevo no lleve un mes en la nevera.
Pero hay un factor que no es externo y que depende únicamente de ti: la actitud con la que afrontes ese estreno, el respecto, las ganas, la valentía o la determinación que pongas en liza me parece algo fundamental.
Si no lo haces, lo más normal es que acabes solo, despedido, estampado contra una farola, echando la pota en un cuarto de baño a 6.000 pies de altura o con quemaduras de segundo grado en el brazo por culpa del aceite caliente y, encima, con hambre.
Y eso es, ni más ni menos, lo que nos ha pasado esta noche.
Llegas a Wembley a jugar por primera vez, te crees que todo el monte es Valdebebas y, claro, pasa lo que pasa. Gracias al Apoel esto se va a quedar en nada en cuanto a términos clasificatorios se refiere (o al menos eso espero) aunque en términos futbolísticos mal haríamos en dejarlo correr. Y hasta aquí puedo leer.
Y sí, efectivamente, llevas razón: no quiero hacer sangre y estropear lo que ha sido una experiencia única. El domingo más contra Las Palmas. Ya te contaré.
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