
El del City obra de Mahred.
Solo vale la serenidad, cuando debajo hay fuego.
José Luis Sampedro (1917-2013) Escritor y economista español.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido una vez más a este pequeño rincón de madridismo que hoy, como no podía ser menos, exhibe exultante su condición de finalista de la Champions gracias a un partido y una victoria que será difícil, muy difícil, dificilísimo de olvidar.

Claro que lo verdaderamente difícil viene ahora, y no es otra cosa que intentar contarte todo lo que ha pasado y, sobre todo, en base a qué o por qué ha sucedido lo que ha sucedido. Como ya sabes que no me gustan los discursos sobre las épicas, el ADN y todas esas cosas, utilizaré para esta humilde crónica un título más terrenal …
Pa mear y no echar gota
La cosa fue más o menos así (más o menos, insisto, que luego no quiero quejas): todo comenzó una bonita noche de mayo en un lugar de Madrid situado entre la avenida de Concha Espina, la calle del Padre Damián, la calle Rafael Salgado y el paseo de la Castellana. Es decir, entre una escritora, un misionero, un banquero y la arteria principal de la ciudad de Madrid.
No deja de ser curioso por tanto que hoy hayamos vuelto a escribir una página feliz de nuestra historia, que algunos piensen que todo es por la gracia divina, mientras el estadio que el banquero ayudó a financiar cambia su fisonomía por completo (aunque no su alma) y el citado paseo se llena de corazones contentos irradiando felicidad.
Pero realmente, y más allá de esta literatura baratilla que te he puesto por aquí mientras se me ocurría algo mejor que decirte, la clave ha estado, creo yo, en lo que ha sucedido en el minuto 73; minuto que desde ya debería ocupar un lugar de honor al lado del mítico minuto 93.

Ha sido algo rápido, casi imperceptible (es un decir), pero que ha marcado un antes y un después en el devenir del partido. Porque a partir de ese momento han sucedido dos cosas: la primera, que por fin hemos tenido un motivo para creer que el partido estaba ganado, y la segunda, que ha saltado al campo Camavinga.
Entiendo que ya sabes de lo que te hablo: en el minuto 73 el City ha marcado su gol. De verdad te digo que ha sido una sensación de alivio taaaan grande, que no se puede explicar con palabras. Ha sido como ver la luz al final del túnel. No te niego que ha costado Dios y ayuda que el City picara y marcaran primero … pero al final se ha conseguido.
Lo que pasó a partir de ahí fue la locura total. Pasó que el City estuvo apunto de cascarnos tres goles, pasó que el antimadridismo se las prometía muy felices, pasó que Rodri se abrazó con Guardiola celebrando la victoria … pero pasó que Camavinga no se conformó y lanzó el mensaje clave: a mi señal, ira y fuego.
Pasó que Rodrygo se lo apuntó e hizo el empate en el minuto 89 y 21 segundos … y pasó que el City, literalmente, se cagó por las patas abajo, vamos, que se fue por la patilla, se achantó y se acobardó. Porque más allá de ser buenos jugadores y, por ende, jugar bien al fútbol (que lo hacen y muy bien, por cierto); hay algo que no tienen: experiencia y saber estar … justamente aquello que no han conseguido comprar.
Pasó también que el árbitro determinó 6 minutos de descuento (aproximadamente la cuarta parte del tiempo que los ingleses habían perdido) y pasó que a Rodrygo le bastaron 49 segundos de esos 6 minutos para hacer otro gol. Y pasó que 89 segundos después casi hizo el tercero.
Y llegó la prórroga y siguieron pasando más cosas: de nuevo Camavinga (que pedazo de jugador con tan solo 19 añitos, madre mía de mi vida y de mi corazón) lanzó a las tropas y de nuevo Rodrygo le tomó la palabra: pase a Benzema, penalti claro de Rúben Dias, gol de monsieur, eliminatoria remontada y público extasiado: todo en 110 segundos.

Y ya no pasó nada más, es decir, que ya nos ocupamos de que no pasara nada. Ese otro fútbol al que también hay que jugar de vez en cuando, ya sabes a qué me refiero. Que el City no es el único equipo del mundo que sabe utilizarlo cuando le conviene. Y así fue como en una noche de mayo, entre escritoras, misioneros y banqueros, acabamos una semifinal del Champions vitoreando cada acción de Vallejo … cosas veredes, amigo madridista.
Total, que hemos solventado una eliminatoria en la que hemos estado eliminados desde el minuto 2 del partido de ida hasta el minuto 91 del partido de vuelta. Lo que me lleva a soltarte la perogrullada del día: esto no es como empieza, ni siquiera como se desarrolla … es tal y como acaba. Ahora intenta imaginarte al Jeque de turno intentando convencer a Mbappé de que se quede en el PSG … lo pienso y me entra la risa floja.
Y una cosa más que no quería dejar de comentarte: hemos acabado el partido sin Casemiro, Kroos y Modric … y con Camavinga, Valverde y Ceballos. Hay relevo, no ya de futuro, si no de presente … y muy bueno. Otro motivo más para sentirnos orgullosos y contentos.
Y ya está: por hoy eso es to, eso es to, eso es todo, amigos. La próxima parada será el domingo a las 21:00 horas en el Wanda contra el Atlético de Madrid. No olviden supervitaminarse y mineralizarse. Aprovecho para contestar a la pregunta del millón que nadie me ha hecho: me la trae floja el pasillo, y mucho. Hasta aquí mi sesuda reflexión al respecto. Yabba-Dabba-Doo.
Disfruta madridista, que te (nos) lo has (hemos) ganado. Nos leemos.

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