
Barrenetxea, Alaba (pp) y Oyarzabal (2) para la Real
Todos necesitamos alimentar en nosotros cierta vena de locura para que la realidad se nos haga soportable. Marcel Proust (1871-1922) Escritor francés.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido una vez más a este pequeño rincón de madridismo. Me preguntaba el otro día después del partido contra el Leganés si no había para más y si esto, referido siempre a esta forma nuestra de jugar a este bendito deporte, era lo máximo a lo que podemos aspirar. Tres días después la respuesta es obvia: pues claro que sí, hombre, qué esperabas.
También te decía que lo que más me preocupaba era que partíamos con ventaja gracias a la victoria en la ida. Y es que de vez en cuando, tampoco mucho, no te creas, me da un tufillo por la nariz que acaba convirtiéndose en un pestazo de tomo y lomo.

Tampoco es que descubriera la pólvora, no me tengo en tan alta estima, pero sí que parecía claro que esta vez las matemáticas no tenían por qué fallar: ventaja previa + vuelta en casa + final de Liga apretado + cuartos de la Champions a la vuelta de la esquina = salir a verlas venir y ya si eso, y sólo en caso de extrema necesidad, pues ya vemos si hacemos algo más o no.
En fin … vamos al lío.
Elegir
Y es que entre ser Dr. Jekyll y salir a por el partido, dar un golpe en la mesa, dejar la eliminatoria resuelta y, entonces sí, dedicarse a verlas venir dando descanso a Jude, a Fede o a los dos … mucho mejor, dónde va a parar, ejercer de Mr. Hyde y brindarnos de salida otro espectáculo lamentable que únicamente se convertía en algo potable cuando la pelota llegaba a Endrick.
Y es que últimamente no sé cómo nos las apañamos pero siempre terminamos eligiendo la peor opción. Entre poner a un lateral derecho o poner a Lucas Vázquez, pues ponemos al gallego. Entre poner a un lateral izquierdo que sepa hacer su trabajo por esa zona del campo, mucho mejor poner a un mediocentro y esperar que se las apañe. Y si no se las apaña, pues ya le quitaré de esa posición o incluso la sacaré del campo cuando el destrozo ya esté hecho.

Entre dejar que Endrick siga haciendo méritos y sacar a Mbappé, a ver, no nos engañemos … ahora mismo queda más pintón tener en el campo al francés. Con lo fácil que hubiera sido dejar al brasileño sobre el campo, no obstante estaba siendo de los mejores del equipo, y haber quitado a Rodrygo en el que estaba siendo uno de sus peores partidos. Pero eso habría sido lo fácil … y ese camino está claro que no es el nuestro.
Y así con todo: entre presionar y mirar al rival pasarse la pelota, pues mejor y, sobre todo, más descansado, mirar, claro. Entre mover la pelota con rapidez y mover la pelota de un lado a otro del campo al ritmo que lo haría un equipo de veteranos, muy veteranos, pues mucho mejor, y también por supuesto más descansado, es mejor sobar la pelota no vaya a ser que se pinche o algo.
Qué tiempos aquellos no tan lejanos en los que nuestra seña de identidad era el rock and roll, Xabi Alonso dixit, y qué diferencia con los tiempos actuales en los que hasta un pasodoble bailado por dos nonagenarios nos parece que tiene más ritmo que los nuestros moviéndose por el césped. No lo he cronometrado, pero creo que en lo que tarda el balón en pasar de una banda a otra podría comerme un cocido completito de los que ponen en La Taberna de Regiones (Las Rozas de Madrid, calle Iglesia de San Miguel, 2 … tienen cocido los jueves en el menú, de nada).
Y, claro, tanto querer nadar, tanto querer guardar la ropa, tanto querer que el desgaste sea el mínimo posible, tanto querer ganar sin bajar del autobús, tanto ir de viaje una y otra vez a la fuente, tanto llevar cántaros de paseo a esa misma fuente … que al final el cántaro se rompe, ten cansas de ir de un lado a otro, tienes que bajar del autobús a arreglar el desaguisado y terminas aún más cansado de lo que lo habrías estado si hubieras hecho las cosas medianamente bien desde el principio.

Y es entonces cuando llega lo peor de todo: remontas, pasas la eliminatoria, llegas a otra final de Copa (hasta aquí todo bien) pero, aaaamigo, ahora ya todo lo malo se olvida. Y llegan las bocas más que llenas con la épica, la epopeya, el equipo que nunca se rinde, el que sabe competir, hasta el final vamos Real, la historia con sus muchas mayúsculas, la magia del Bernabéu, el coño de la Bernarda y el conejo de la Loles.
Porque llegados a este punto ya nadie se acuerda de que no jugamos una mierda; de que un equipo que es el tercero en la Liga que menos goles mete, hoy nos ha cascado cuatro en nuestra casa; de que nos hemos tenido que meter entre pecho y espalda 30 minutos más como si no tuviésemos suficiente con lo que llevamos encima … y de que he llegado a casa a una y media de la mañana y tengo por delante una crónica que escribir y un despertador que sonará inmisericorde las siete menos diez de la mañana.

Me vas a permitir, por tanto, que no me ponga a dar palmas con las orejas, ni a lanzar confeti, ni me burle de mi hermano (seguidor txuri urdin para más señas) y tampoco llegue mañana al trabajo presumiendo … que bastante tendré con no quedarme dormido en el tren, no equivocarme de andén en el metro y coger el bus correcto. Espero que el café con el que me reciben mis compañeros esté más cargado que nunca.
Acabando
Dicho lo cual, y como al final la cabra siempre tira al monte y el madridista hacia la ciudad en la que se juegue una final, ya estoy preparando todo lo necesario para apuntarme al sorteo de las entradas y ver si, por fin, por una vez y esperando que sirva de precedente, puedo acudir a ver in situ una final de los nuestros. La esperanza es lo último que se pierde, ya sabes.
Por lo demás, toca volver a la realidad de la Liga y seguir ganando para a su vez seguir metiendo presión al Barça. El próximo partido será el sábado: nos visita el Valencia a las 16:15 horas. Tengo la sensación y casi la certeza de que el pensamiento, quiérase o no, estará puesto en Londres y en la visita que le rendiremos al Arsenal el próximo martes. Todo muy halagüeño, como puedes ver. En fin, sea como sea, por aquí te lo contaré. Nos leemos.

Te dejo con el resumen del partido.
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