
Morales para el Villarreal.
Mejor que combatir una desgracia es, a veces, tratar de ser feliz dentro de ella. Se sufre menos del dolor mismo que de la manera como se le acepta. Maurice Maeterlinck (1862-1949) Poeta belga.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido una vez más a este diminuto rincón de madridismo. Pocas veces en un partido de fútbol se ven tan claramente las dos fuerzas opuestas que continuamente están definiendo nuestra vida: lo bueno y lo malo, la oscuridad y la luz, el amor y el odio, en definitiva, el yin y el yan.

Porque eso ha sido el partido de hoy, una sucesión de emociones que ha abarcado desde el «madre mía, qué golazo» hasta el «a la mierda ya, hombre». Vamos a ver si soy capaz de contártelo todo. Venga, vamos a lío.
Valor y precio
Una de las cosas en las que se suele hacer hincapié es en saber distinguir el valor de algo de su precio. Ya sabes aquello del necio que confunde ambas cosas (Quevedo dixit). Hoy hemos tenido una clase avanzada. La victoria contra el Villarreal es de un gran valor porque nos permite seguir ahí arriba (primeros a la espera de lo que haga el Girona mañana, aunque sinceramente no creo que pinche), porque de nuevo hemos visto puerta con relativa facilidad, y porque se puede decir sin temor a equivocarnos que hemos jugado muy bien, incluso excelentemente en algunos tramos.
Pero, claro ¿cuánto nos ha costado esta victoria? ¿cuál es el precio que hemos tenido que pagar por ella? Pues ni más ni menos que la lesión de un defensa (otro central), además muy grave (otro ligamento cruzado que se rompe) y en la pierna izquierda (para no variar). Otra lesión gravísima más que añadir a las de Courtois, Militao, Carla Camacho y Weir (cuánto te echamos de menos, Caroline).

La lesión de David Alaba no sólo provoca que se le haya acabado la temporada sino que además nos mete de bruces en un problema de muy difícil solución. Porque si bien seguimos teniendo a Rudiger y a Nacho que, estoy seguro, soportarán y mantendrán el alto nivel de exigencia que se les viene encima, no es menos cierto que tendremos que invocar a todos los santos conocidos y rezarles para que ambos se pierdan la menor cantidad de partidos posibles y que los que no puedan jugar, porque alguno seguro se perderán, sean los menos importantes.
Luz y oscuridad
Luego está lo de Jude. Tenemos por un lado la luz y el resplandor que deja en cada zancada, en cada control del balón y en cada remate. Te soy sincero: yo soy el primero que está alucinando con todo lo que está haciendo. Y todavía, inconscientemente, sigo pensando que tarde o temprano tendrá que bajar el nivel, sobre todo en lo que al acierto goleador se refiere, que esto no puede ser tan bonito ni durar tanto.
Pero, claro, luego le doy alguna vuelta más y, oye, ¿quién te dice a ti que esto no puede durar hasta el final de la temporada? ¿por qué somos (soy) tan cenizo y sólo pienso en cuándo se va a acabar esto en vez de disfrutar del momento y de lo que está haciendo? Así que, ya lo sabes: a seguir deleitándose con cada actuación de nuestro inglés favorito.

Ahora bien, toda claridad tiene su lado oscuro, su reverso tenebroso que, en este caso, viene de la mano de los trencillas de turno (sí, correcto, también uno se puede quejar del árbitro aún habiendo ganado cuatro a uno, no pasa nada por ello). Todo lo que pasa es más viejo que el mear y es que, además, ya tenemos experiencia porque lo hemos vivido recientemente con Vini.
A saber, la estrategia es bien sencilla: te hacen una falta clara y el árbitro no la pita. Te hacen otra, y tampoco. A la tercera no sólo no te la pita sino que te avisa de que vas por el mal camino. De esta forma poco a poco te vas calentando. A la primeras de cambio te saca una amarilla para que el calentamiento siga creciendo y ver si así llegas al desquiciamiento.
Cuando llegas a ese punto pueden suceder dos cosas: que Carletto se de cuenta y te saque del campo para evitar males mayores tal y como sucedió ayer, o que te saquen la segunda amarilla, te vayas a la calle y los medios, esos taaaan imparciales, te señalen como otro provocador más. Eso así, puede que gracias al cambio te ahorres la roja, pero lo que no te ahorrarás es la amarilla que se va acumulando partido tras partido, es decir, que tarde o temprano acabarás perdiéndote algún encuentro, y será alguno importante, no tengo ninguna duda. Win / win negreiro de manual.
Lo bueno y lo malo
Ya sabes, y si no lo sabes ya te lo digo yo, que el Real Madrid siempre lo hace todo mal. Ya sea por exceso o por defecto, por altos o por bajos, por gordos o por flacos … el caso es que no nos libramos nunca de la crítica. Como suele decir mi buen amigo Ricardo (que no es nada sospechoso de ser madridista) «si cago pierdo la vida y si no la tengo perdida».
Vamos con el ejemplo de hoy. Te gastas un pastizal (indecente, por supuesto) en modernizar tu estadio, en hacerlo más cómodo para los que te visitan, más accesible y más confortable. Además lo preparas para que se puedan celebrar otros eventos (no sólo de fútbol viven las cuentas corrientes), lo dotas de la última tecnología (parece que ya va bien el wifi, gracias Floper) y de ahí surgen las dos joyas de la corona: el césped y la cubierta retráctiles.

En definitiva, que con tus propios recursos, es decir, con tu dinero, acondicionas tu casa de la mejor forma posible y cuando por fin pones en funcionamiento una de las joyas, en este caso la cubierta, tienes que aguantar a los malajes de turno (alguno incluso se autodenomina periodista) poniéndote a caer de un burro por usarla. Que no estaba lloviendo, que no hacía tanto frío, que el Pisuerga pasa por Valladolid y que por ese motivo de este agua no beberé. También te digo: nada nuevo bajo el sol.
Acabando
En fin, que puestos a quedarme con algo prefiero quedarme con la sensación de poderío de Bellingham, con la pausa y la tranquilidad de Kroos, la eterna juventud de Modric, con todo lo de Valverde, con el recuperado olfato goleador de Rodrygo, con el cosquilleo que me inunda todo el cuerpo cada vez que Brahim (qué golazo el suyo) recibe el balón y encara a la defensa contraria y, en general, con la sensación de seguridad que transmite todo el equipo.

Por cierto, hablando de seguridad conste que hoy Ancelotti se ha decantado por Lunin en la portería en detrimento de Kepa. Tengo la misma buena sensación de seguridad con ambos, ergo no tengo preferencias por ninguno ahora mismo. Pero entiendo que sea el ucranio el que siga de titular porque al fin y al cabo se lo ha ganado. El valor de la meritocracia, ya sabes.
Y nada más por hoy. Sólo recordarte que hay Liga entre semana y que por tanto nuestro próximo partido será el jueves a las 21:30 horas. Visitaremos al Deportivo Alavés en el que será el último encuentro de este año. Por aquí te lo contaré. Nos leemos.

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