
Enamorarse es sentirse encantado por algo, y algo sólo puede encantar si es o parece ser perfección.
José Ortega y Gasset (1883-1955) Filósofo y ensayista español.
Hola, qué tal, cómo estás. Bienvenido un día más a este pequeño y minúsculo rincón de madridismo. Llámalo como quieras: tres de tres, nueve de nueve, pleno u objetivo conseguido. El caso es que acabamos este periplo por las Españas nuestras de forma inmaculada, con tres victorias, nueve puntos, seis goles a favor y sólo uno en contra. Para lo mal que lo pintaban los agoreros nuestros de cada día, pues ni tan mal, la verdad.

Verás, te cuento. Llevo unos días con una sensación extraña en el cuerpo y quería compartirlo contigo a ver si me puedes ayudar a ver qué me pasa. Se trata de lo siguiente …
Síntomas
Comencé con palpitaciones muy aceleradas. Daba igual que estuviera sentado tranquilamente en el sofá o corriendo para no perder el 114. Las sentía en todos los lados: pecho, garganta y cuello alternativamente. Las palpitaciones llevaban indefectiblemente a la taquicardia: 130 ppm llegué a medirme.
Y lo peor era esa sensación de que todo el mundo te estaba mirando, ya fuera en el bus, el metro o el cercanías. Resultaba muy angustioso porque me ponía tan nervioso que me sudaban las manos como si en vez de aporrear el teclado estuviera fregando los platos de la cena.

Había momentos en que se me pasaba y conseguía, no sin esfuerzo, no te creas, sentarme un rato a descansar. Y cuando conseguía frenar un poco la respiración, relajar los músculos y darle un traguito a una cerveza bien fría (que todo ayuda en esta vida), entonces parecía que estuviera en una nube.
Diagnóstico
Y entonces llegó el partido de hoy. Había sido un día más o menos tranquilo. Ya sabes: levantarse; duchita templada; viaje hasta el trabajo; café, zumo y pincho de tortilla; reuniones, incidencias y cuestiones varias; comer y vuelta a casa. Entre medias, las declaraciones de un neandertal que olía a colonia barata y coñac caducado y la contundente respuesta de unas Campeonas del Mundo arropadas por toda la sociedad (o, por lo menos, por la parte decente de la misma).
Pero volvamos al partido (ya habrá tiempo para poner en su sitio al machirulo de Las Rozas). Con la cena preparada y en la mesa (jamón, distintas variedades de queso, tomates, ventresca, un par de huevos duros y una botella de vino blanco de la Rioja, Senderos de las Nieves) comencé con los síntomas. Uno detrás de otro.
En un principio achaqué la taquicardia a la lesión de Vinicius, ya sabes, éramos pocos y parió la abuela. Como las pulsaciones siguieron subiendo, culpé al cambio que hizo Carletto: teniendo a Brahim, no parecía que Joselu fuese el más adecuado para suplir al brasiniño. Y qué decir de los sudores fríos al ver que los minutos iban pasando y seguíamos sin perforar la portería celtiña.
Él
Pero entonces le enfocaron … y lo comprendí todo: me he enamorado como un adolescente. De cómo controla la pelota, de su cabeza siempre levantada, de su lucha, de su brega, de su no ahorrarse esfuerzos, de su carrera con el balón pegado al pie, de cómo ataca los espacios, de como está siempre para ayudar al compañero y de cómo ha encarado todos y cada uno de los partidos hasta ahora.
Sí, ya sé lo que me vas a decir: a mi edad y con estas cosas. Pero ya sabes lo que se dice: el corazón tiene razones que la razón no entiende (o algo parecido, tampoco me hagas mucho caso). C’est la vie, qué le vamos a hacer. De verdad te digo que no esperaba que esto sucediera, por lo menos no de una forma tan brutal. Y, sin embargo, aquí estamos: contemplando el nacimiento de un jugador llamado a marcar una época.
Porque sí, efectivamente, me he enamorado de él, del inglés, del larguirucho, del tío de los 100 millones (pocos me parecen viendo el resultado, la verdad), del número cinco, de Jude, de Bellingham. Qué futbolista, madre del amor hermoso. Mala solución tiene esto, las cosas como son (me refiero al enamoramiento, claro).

Y lo mejor de todo es que parece que el tío está encantado de jugar en Madrid. Igual él también se ha enamorado, vaya usted a saber. 20 añitos namás tiene la criatura. Ahí lo dejo.
Conclusiones
En líneas generales me ha gustado el equipo, aunque he recordado en muchas ocasiones a Mourinho cuando decía aquello de ir a cazar con un gato. Jude no va a seguir a este ritmo goleador, ojalá lo hiciera, pero pensar que va a acabar la temporada con cincuenta goles no es real. Puede que jugarte los cuartos con Joselu sirva para la cada vez más devaluada Liga española, pero, no nos engañemos: no llega para la Champions.
No perdamos por tanto la perspectiva, reforcémonos con otro delantero de nivel y recemos para que lo de Vini no sea nada … porque entonces mis palpitaciones, taquicardias y sudores fríos sí que van a ser para preocuparse. Y, por cierto, antes de que se me olvide: agarrar al portero es falta sea cual sea la zona del área pequeña o grande en la que se produzca el agarrón y derribar al delantero dentro del área sin posibilidad de jugar la pelota es penalti, aquí y en la China popular.
En fin, que esto sigue. El sábado volvemos a casa, será a las 16:15 contra el Getafe. No te oculto que tengo unas ganas locas de ver cómo de bien nos están quedando las obras. Por aquí te lo contaré. Nos leemos.

Categorías:Fútbol

Parece claro que los equipos fuera de casa, van a intentar acechar nuestro área a base de contras bien trenzadas. Veremos como el Geta nos intenta sorprender.
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Nada nuevo bajo el sol, Pedrín.
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